| Categoría | Cine, TV y artes escénicas | 
| ISBN | 9789871228331 | 
| Peso | 0.17 | 
| Idioma | Español | 
| Editorial | El Cuenco de Plata | 
| Autor | Duras, Marguerite | 
| Tapa | Rústica | 
| Año | 2007 | 
| Ciudad | Buenos Aires | 
| Páginas | 144 | 
La persona que se descubre en el abismo no se vale de identidad alguna. No se vale sino de eso, de ser semejante. Semejante a aquel que le responderá. A todos. Es una limpieza fabulosa que se opera desde que nos atrevemos a hablar, más bien desde que llegamos a hacerlo. Porque desde que llamamos nos volvemos, somos ya semejantes. ¿A quién? ¿A qué? A eso de lo cual no sabemos nada. Y convirtiéndonos en persona semejante abandonamos el desierto, la sociedad. Escribir es no ser nadie [personne]. "Muerto", decía Thomas Mann. Cuando escribimos, cuando llamamos, ya somos semejantes. Inténtenlo. Intenten cuando están solos en su habitación, libres, sin ningún control del exterior, llamar o responder por encima del abismo. Mezclarse al vértigo, a la inmensa marea de los llamados. No sabemos gritar ese primer grito, esa primera palabra. Tanto como llamar a Dios. Es imposible. Y se hace.