Por lo que yo percibo del mensaje de esta carta, a menos que tú por aquélla lloraras dracmas de plata, todas esas lágrimas con que tratas de congraciarte son tan útiles como juntar agua con un cernidor. Pero son temas: yo en medio de este amor no he de abandonarte.
En alguna parte hoy, por buenos oficios o por éste mío, confío en que habré de encontrarte un auxilio monetario.
Y esto de dónde ha de ser, de dónde no sé decirlo, sino que ha de suceder, porque me tiembla la ceja. (Pséudolo,94-107)