CUENTOS DE LAS ORILLAS DEL RIN

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Categoría Terror
ISBN 9788493365684
Peso 0.50
Idioma Español
Editorial Reino de Redonda
Autor Chatrian, Alexandre
Tapa Rústica
Traductor López Ballesteros, Mercedes
Año 2000
Ciudad Madrid
Páginas 256

Bajo el nombre de Erckmann-Chatrian se esconden dos autores unidos durante cuarenta años por una singular amistad y una ingente producción literaria, no escrita exactamente a cuatro manos. Émile Erckmann (1822-1899) y Alexandre Chatrian (1826-1890), juntos esbozan las tramas, pero es Erckmann quien escribe: cuentos fantásticos o de terror y novelas regionalistas o patrióticas, como El amigo Fritz o Historia de un quinto de 1813 y su continuación Waterloo, estas dos últimas traducidas en su día al castellano por don Manuel Azaña. Chatrian por su parte, ejerce de corrector y «agente literario», ocupándose de colocar los originales, negociar con los editores y administrar las boyantes finanzas comunes. En la cima de su popularidad, se los conocía como «los hermanos siameses». Diferencias económicas ponen fin a la amistad de los dos colaboradores en 1887.

 

«En los veranos de mi infancia, transcurridos en su mayoría en la pequeña y fría ciudad de Soria, pasaba yo muchas tardes en la casa de unos amigos de mis padres, acogedora y agradable. Entre los muchos libros que leí en ese piso, uno de los que más me gustó fue Cuentos de las orillas del Rin. Durante décadas, lo único que he recordado de ellos ha sido mi disfrute de aquella época y el miedo que me daba uno de los relatos. Es fácil imaginar que las dos cosas iban unidas, pues a pocas sensaciones se resisten menos los niños que a la del temor ficticio. Erckmann y Chatrian sólo son recordados hoy por sus cuentos más macabros, que despertaron la admiración de dos de los mayores maestros del género, M. R. James y H. P. Lovecraft. Tras leer este conjunto, sin embargo, uno tiene la sensación de haber visitado un lugar de ensueño en el que desearía pasar parte del año, y siente añoranza de esas modestas ciudades (mitad reales, mitad fabuladas) dominadas por la presencia del río, llenas de tabernas, fortalezas e iglesias que van soltando sus campanadas, de grandes bebedores y de fumadores de pipa, con profesores de metafísica, científicos aficionados, pintores sublimes, bodegueros, músicos, burgomaestres y militares, judíos encubiertos, libreros, médicos estrafalarios, nobles, campesinos y menestrales, hoteleros y criados, mozas desdichadas, cocheros y no pocos animales: el gallo, el cuervo, el gato, el caballo.» 

Javier Marías