Fue la mejor y la peor de las épocas. El siglo de la razón y de los monstruos. A ratos liberador y a ratos creador de la noche más profunda. Fue una época de promesas, carnicerías y aventuras. Los ríos de uniformes se alargaban y se alejaban por las ciudades y caminos de Europa, sobre los mares, llevándose el olor de la pólvora y los sueños de los hombres hasta el melancólico desencanto.