Categoría | Correspondencia |
ISBN | 9788441439306 |
Peso | 1.50 |
Idioma | Español |
Editorial | Edaf |
Autor | Hernández, Miguel |
Editor | Riquelme, Jesucristo |
Tapa | Cartoné |
Año | 2019 |
Ciudad | Madrid |
Páginas | 1152 |
La carta confesional, escamada de intimidad, es un acto de destape: escribir en ese trance es desnudarse ante quien va a leer la declaración, la exigencia, el amor a flor de piel, el desafecto a veces. A través de las misivas se conoce profundamente al corresponsal, tal vez no hay manera de conocerlo mejor. Con este completo corpus de cartas y notas privadas del poeta Miguel Hernández (Orihuela, 1910-Alicante, 1942), podemos conocer mejor la personalidad ejemplar y las inquietudes de un escritor modélico y comprometido en una época turbulenta de España. Tanto en sus cartas como en el diario íntimo que es Cancionero y romancero de ausencias, Hernández muestra su profundo calado humano: magnifica lo pequeño, convierte lo cotidiano y lo aparentemente menudo en un regalo, como el Neruda de las odas elementales, como el Machado del olmo viejo: "Olmo, quiero anotar en mi cartera / la gracia de tu rama verdecida", escribió el sevillano. Anotar: escribir para no olvidar; porque ¡la memoria es vida!
"Escribir cartas significa desnudarse ante los fantasmas, que lo esperan ávidamente. Los besos por escrito (confesaba Kafka a su gran amor, Milena Jesenská) no llegan a su destino: se los beben por el camino los fantasmas". A pesar de todo, Miguel, nuestro poeta, pedía a su amada Josefina "...mándame... besos y cartas"; porque la carta era alimento para seguir con vida, y terminaba muchos de sus escritos, casi furtivos, con un epitafio pidiendo paz, amor y libertad: "Se ruega que no rompan ni interrumpan esta nota por la necesidad de que llegue a su destino".