El consultorio de u doctor, una piscina temperada o la sala de un casino pueden ser espacios donde las palabras de una madre, una hija, un dermatólogo o un ludópata trascienden toda cotidianeidad. Los ojos y oídos que usa Katya Adaui para escribir le otorgan a los cuentos y microcuentos de Algo se nos ha escapado, un extraño poder: la capacidad de escuchar el latido de lo humano. Las miradas de los adultos, niños y animales se entremezclan. Los personajes se revelan tal como son. Se relacionan en el amor, la amistad y la soledad; construyendo códigos propios en los que Adaui penetra con la destreza de un sutil cazador de psicologías. Se logra así un efecto magistral: la vida que se nos escapa todos los días, se ha detenido para nosotros en un libro.