DORA MAYER: EL SOL QUE DISIPA LAS NUBES

S/ 77.00 77.0 PEN S/ 77.00

S/ 77.00


Esta combinación no existe.

Añadir a la cesta

Compartir este producto:
Categoría Estudios peruanos
ISBN 9786124329425
Peso 0.95
Idioma Español
Editorial Fondo Editorial del Congreso del Perú
Autor VV.AA.
Editor Vásquez Kunze, Ricardo
Tapa Rústica
Año 2018
Ciudad Lima
Páginas 690

La fascinante figura de Dora Mayer es estudiada en El sol que disipa las nubes, la compilación preparada por Joel Rojas que recoge sus textos esenciales. El libro reúne los trabajos firmados por la autora de 1907 a 1934, aparte de distintos artículos que publicó hasta muy cerca de su muerte en 1959.
El peso ejercido por el pensamiento de una época sobre un pensamiento que busca ser autónomo marca de principio a fin la lectura de la obra de Dora Mayer. El lector percibe más viva la influencia debido a que la voz corresponde a una mujer, cuando serlo y escribir constituían en sí un desafío. No se trata solo de que Mayer se ocupa de los temas más diversos, sino que una de sus inquietudes principales gira en torno a la pregunta sobre lo femenino y sus consecuencias materiales-prácticas en el marco de la organización social.
No extraña, por ende, encontrar en sus trabajos las insinuaciones más liberadoras junto a conceptos que le deben todo a la mentalidad de inicios del siglo XX en que vieron la luz. Entonces se podría hablar tanto de revelaciones y hallazgos como de inconsistencias y deserciones. Se está, en una palabra, frente a una obra que extrema la complejidad del encuentro entre un afán por pensar libremente y los linderos semánticos de un momento histórico específico. Y su signo serán las paradojas.
Así entonces, existe una Dora Mayer que valida la vigencia de un “comunismo incaico”, propone un régimen jurídico diferenciado para el sector indígena, patrocina una democracia de amplio espectro bajo la creencia de una igualdad esencial entre los seres, postula un Dios meramente filosófico —al que ni siquiera le reconoce omnipotencia— y rechaza el dogma católico. En la otra margen, se proyecta la Dora Mayer que lamenta la necedad de las masas, exalta la superioridad de los linajes y con el tiempo termina por refugiarse en una religiosidad beata.
La misma disociación se percibe en sus ideas sobre la mujer. La pensadora que aboga por los derechos de la mujer a la herencia y la administración de sus bienes, que sostiene la inconstancia de las pasiones y soslaya la conveniencia de renovar contractualmente el matrimonio cada diez años, que además propugna las actividades sociales mixtas y advierte la importancia de la labor femenina doméstica para la economía general, al grado de sugerir un sueldo para las amas de casa, es también la que ve con malos ojos que su género se involucre en el mundo del trabajo, exija ejercer el sufragio y reclame un lugar en la representación política, condenada por ella de antemano como inmoral.
Al mismo tiempo, Dora Mayer fue capaz de liderar la defensa más tenaz del indio al frente de la Asociación Pro Indígena (1909-1916) e infundir a su vida privada (véase el conmovedor Zulen y yo) una soberanía absoluta ante las convenciones morales inmediatas de su época.