EL PSICOANÁLISIS ¿ES UN EJERCICIO ESPIRITUAL?

Respuesta a Michel Foucault

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Categoría Psicología
ISBN 9789871228485
Peso 0.18
Idioma Español
Editorial El Cuenco de Plata
Autor Allouch, Jean
Tapa Rústica
Serie Teoría y ensayo
Traductor Mattoni, Silvio
Año 2007
Ciudad Buenos Aires
Páginas 128

Al negar que sea una psicología, un arte, una religión, una magia o incluso una ciencia, ¿habría dejado Lacan al psicoanálisis como flotando en el aire, ya sin saber qué es ni dónde está? Jacques Derrida lo consideraba un discurso inestable e inubicable; pero "discurso" tampoco resulta adecuado.
Sin embargo, en 1982, en su curso sobre "la hermenéutica del sujeto", Michel Foucault les hacía a los psicoanalistas una propuesta efectiva. Señalaba que el psicoanálisis no había sabido pensarse "en la línea histórica de la existencia de la espiritualidad y de sus exigencias". Por lo tanto, habría olvidado precisamente lo que es: una experiencia espiritual, mediante la cual, a través de otro, el sujeto efectúa sobre sí mismo las transformaciones necesarias para acceder a su verdad. Solamente Lacan, agregaba Foucault, no habría participado en ese olvido. De allí se desprenden tres preguntas: ¿hay que darle crédito a la genealogía del psicoanálisis que construye Foucault? ¿Qué sucede con la espiritualidad en Lacan? ¿Y en Freud?
Fe de erratas: En página 71 falta lo que aquí aparece en negrita:
¡Qué rara aventura para el S1, para el “significante amo”, como a veces lo llama Lacan! Resulta que ha quedado en vilo, tendido hacia algo inalcanzable, y Lacan buscará entonces una solución por el lado de la topología. No creo que ya se haya observado que al quedar así suspendido el S1 se hacía signo, en el sentido en que se dice de alguien que “se hace el imbécil”, e incluso se volvía algo similar a un signo ya que se veía capaz de representar algo (el sujeto) para…, si ya no hay allí otro significante, posiblemente alguien. Por lo tanto, no es solamente la diferencia hasta entonces clara y distinta, resuelta, entre el significante y el signo lo que está de capa caída y entra en crisis, sino también, como consecuencia, la del sujeto. Lacan escribía en “Radiofonía” (1970):